Para iniciar un negocio, en su mayoría con fines turísticos, buscar la tranquilidad lejos de las grandes urbes, o dar un cambio radical e iniciar una nueva vida en un lugar recóndito y apartado. Prensa La tribuna de Cuenca

Son algunas de las razones que están detrás del auge de la compra de propiedades en todo el país. Puede que la pandemia tenga que ver, o más bien el confinamiento que tuvo que pasar la población y que impedía salir a la calle y viajar a otras zonas para respirar aire puro. Eso y que las predicciones de una crisis económica a gran escala han hecho que las familias que tienen recursos vean –en castillos semiderruidos, casas de labranza, complejos religiosos, molinos, fincas de explotación agrícola y ganadera, o pueblos deshabitados que colgaron el cartel de cerrado– una posibilidad de negocio o de proyecto de vida.
Cierto es que antes de la pandemia ya se había experimentado un aumento en el interés de las fincas, pero la pandemia ha acelerado las llamadas para conocer las oportunidades de mercado.
Así lo confirma Elvira Fafián, gerente de aldeasabandonadas.com, un portal nacional especializado en el mercado financiero e inmobiliario y de gestión de patrimonio, que gestiona desde 1983 propiedades singulares y de prestigio. «Interés siempre lo ha habido, pero ahora hay un boom de llamadas y consultas. Compra la gente que conoce lo rural y que quiere hacer un cambio drástico», explica la responsable y experta en el mercado inmobiliario, que reconoce que tras la pandemia «están aflorando muchas herencias de personas fallecidas. Aldeas que no se podían vender por papeleo».
Son algunas de las razones que están detrás del auge de la compra de propiedades en todo el país. Puede que la pandemia tenga que ver, o más bien el confinamiento que tuvo que pasar la población y que impedía salir a la calle y viajar a otras zonas para respirar aire puro. Eso y que las predicciones de una crisis económica a gran escala han hecho que las familias que tienen recursos vean –en castillos semiderruidos, casas de labranza, complejos religiosos, molinos, fincas de explotación agrícola y ganadera, o pueblos deshabitados que colgaron el cartel de cerrado– una posibilidad de negocio o de proyecto de vida.
Cierto es que antes de la pandemia ya se había experimentado un aumento en el interés de las fincas, pero la pandemia ha acelerado las llamadas para conocer las oportunidades de mercado.
Así lo confirma Elvira Fafián, gerente de aldeasabandonadas.com, un portal nacional especializado en el mercado financiero e inmobiliario y de gestión de patrimonio, que gestiona desde 1983 propiedades singulares y de prestigio. «Interés siempre lo ha habido, pero ahora hay un boom de llamadas y consultas. Compra la gente que conoce lo rural y que quiere hacer un cambio drástico», explica la responsable y experta en el mercado inmobiliario, que reconoce que tras la pandemia «están aflorando muchas herencias de personas fallecidas. Aldeas que no se podían vender por papeleo». Seguir leyendo ..