Lugares que se apagaron con la marcha de sus habitantes en pos de una vida mejor y que permanecen en la quietud y en la espera de una segunda oportunidad. La pandemia, ahora, se la da: son muchos quienes quieren comprar uno de estos lugares como refugio, aunque no todos están en venta. Lo recorremos
Paseamos por el camino salpicado de muros y edificaciones derruidas, entre los emerge altivo un bello caserío en perfectas condiciones, y habitado por temporadas por un actor que encontró aquí su refugio. Como él, no son pocos los que optan por retirarse a vivir a uno de estos lugares abandonados, e incluso hay quien compra pueblos enteros, tal y como explica Elvira Fafián, responsable de la inmobiliaria Aldeas Abandonadas, que ha notado desde el comienzo de la pandemia un importante auge en la demanda: «Tenemos incluso gente que nos dice que quiere una aldea donde pueda almacenar alimentos y poderlos también cultivar, a modo de búnker. Y no es gente mayor, que haya pasado una guerra y hambre, sino gente joven», cuenta con asombro. Leer articulo completo